Una pequeña reflexión por el Día de Libro.
Hoy es el Día del Libro, y las Ferias proliferan por todas las grandes ciudades del país. Lo que, irremediablemente, me lleva a pensar en la posibilidad de formar parte de ese grupo de grandes y famosos escritores superventas que firman centenares de ejemplares en un día. No voy a mentir, ¿a qué autor no le gustaría estar ahí? Formar parte de esos elegidos. Imagino que a todos. Pero, realmente, eso no es algo que sinceramente me preocupe demasiado. Desde luego imaginar es un ejercicio sano y no me considero envidioso del éxito ajeno. La vida es demasiado corta para eso. Para eso, y para estar preguntándote cómo serían las cosas con cuál o tal editorial con proyección internacional. Las cosas vienen como vienen y en la mayoría de casos no está en tu mano tener éxito, casi nunca de hecho. Pero cuando te levantas y encuentras una entrada como esta (La Cueva de Mélanie – Especial: día del libro), yo siento que, independientemente de las ventas y mi proyección nacional, ya he tenido éxito. Para mi es suficiente con que mi obra inspire aunque sea a una sola persona. Aunque esa persona sea una amiga de hace tiempo, o quizá por eso el hecho tiene aún más valor.
Con esto quiero decir que el propósito de los libros es transmitir, cuantos best-seller pueden presumir de haber logrado esto, si lo piensas bien en realidad no son tantos. Feliz Día del Libro 🙂